viernes, 2 de octubre de 2015

Bibliotecas del mundo - Biblioteca Real del Monasterio del Escorial










¡Tengo esta biblioteca metida en el alma, desde pequeña he recorrido cada rincón de sus paredes y de su maravilloso techo!

Toda su obra nos acerca a las artes: filosofía, teología, la música, las matemáticas.... Si tenéis oportunidad, es de obligatoria visita.

Se trata de una cámara acorazada llena de tesoros bibliográficos. ¡Estáis avisados!



Desde mi casa veo la fachada Sur. con unos prismáticos 


Impresiona por varios motivos. Visitamos la bella sala rectangular, de 55 metros de longitud, con globos terráqueos y astrolabios en el centro y frescos de Pellegrino Tibaldi, un artista muy cercano a Miguel Ángel, en el techo. Recuerda, en cierta medida, al de la Capilla Sixtina. Permanece casi igual que en 1593. En las estanterías dóricas, de maderas nobles, diseñadas por Juan de Herrera y muy bien conservadas, unos 14.000 libros impresos, colocados de manera muy peculiar: con los cantos de las hojas hacia fuera.

Ahora os informo de su historia:

La biblioteca fundada por Felipe II en el Monasterio del Escorial no sólo responde a una de las principales preocupaciones que tuvo el Rey a lo largo de su vida, la del coleccionismo y atesoramiento de libros, sino también a uno de los ideales fundamentales del humanismo. De hecho, humanistas de gran talla, como Juan Páez de Castro, Juan Bautista Cardona, Antonio Agustín, Ambrosio de Morales, Benito Arias Montano, etc., colaboraron en los planes del monarca de crear una biblioteca regia.

En los textos en los que le expusieron sus pareceres sobre este ambicionado proyecto, que aún se conservan, encontramos la explicación de que el actual recinto que conocemos como Salón Principal o Salón de los Frescos contara ya desde sus inicios con instrumentos matemáticos, astrolabios, esferas armilares, globos terrestres, dibujos y grabados, reproducciones de fauna y flora, monetario y medallero, etc., aunque el fondo principal fuera siempre el bibliográfico. Este fondo se originó a partir de la propia colección privada del rey Felipe II y fue organizado inicialmente por Benito Arias Montano, con la ayuda de Fray José de Sigüenza.

La decoración pictórica del Salón Principal fue encargada al maestro Pellegrino Tibaldi. El destino de este recinto fue desde el principio albergar obras impresas en la magnífica estantería clasicista diseñada por el arquitecto Juan de Herrera. Este gran salón quedó instalado definitivamente en 1593. Los manuscritos se custodiaron en un salón contiguo, pero de dimensiones más reducidas y carente de ornamentación al fresco.

Aunque la Biblioteca ha pasado por momentos dramáticos, incendios y guerras que destruyeron o hicieron desaparecer parte de sus fondos, sigue siendo una de las más importantes de España: conserva cerca de 6000 manuscritos (árabes, latinos, griegos, castellanos, hebreos, italianos, franceses, catalanes, valencianos, gallegos y portugueses), los incunables se acercan a los 500, los ejemplares impresos del siglo XVI son casi once mil, la colección de grabados supera los 2000, la de monedas las 2200, la de dibujos los 900; hay, además, 2 archivos, 1 de documentos y otro de música, una colección de “auténticas” de las reliquias y un buen número de libros de cuentas. 



Entre las obras más destacadas se pueden enumerar: el Códice Áureo (siglo XI), varios códices ordenados por el rey Alfonso X el Sabio, como dos ejemplares de las Cantigas de Santa María, el Libro de los juegos de ajedrez, dados y tablas ordenado o el Lapidario (siglo XIII), el libro del Apocalipsis figurado de la Casa de Saboya (siglo XV), un ejemplar del Beato de Liébana (siglo X), un Breviario de Carlos V en cuatro volúmenes, los códices Vigilano y Emilianense (siglo X), el Ceremonial para la coronación de los reyes de Castilla y Aragón(siglo XIV), la Crónica Troyana (siglo XIV), el libro sobre las Utilidades de los animales (siglo XIV), etc. Se conservan, además, cuatro obras autógrafas de Sta. Teresa de Jesús: Vida, Camino de perfección, Modo de visitar los conventos, Fundaciones. El libro más antiguo de la biblioteca es una obra de San Agustín sobre el Bautismo, copiado probablemente en el siglo VI.

Esta biblioteca sigue ocupando la misma sede que la viera nacer y mantiene vivo su aspecto original.

Hasta la desaparición de los monjes jerónimos fueron ellos los encargados de su funcionamiento. En 1885, por Real Orden del 12 de octubre, se establecen las normas concretas para hacer efectiva la entrega de la Biblioteca Regia Laurentina a la Orden de San Agustín.


En cumplimiento de esa orden, fue nombrado el P. Pedro Fernández Miranda representante de los agustinos y se designó el personal preciso para actualizar el inventario. La actualización duró desde octubre de 1885 hasta junio de 1886: el día 28 de ese mes se firmaron los cuadernos de entrega y el 15 de julio se abrió el salón de estudio a los investigadores.



Podéis visitar el monasterio por 10 durillos de nada, y os aseguro que la visita vale la pena.